A lo largo de los últimos 20 años, diversas comunidades alrededor del mundo han experimentado los efectos más devastadores del cambio climático, con un alza de más del 40% en la aparición repentina de desastres relacionados con el clima y el cambio climático (IFRC, 2022).
Se espera que para 2030, alrededor de 150 millones de personas al año requieran asistencia humanitaria debido a estos eventos. Para 2050, esta cifra podría alcanzar los 200 millones (IFRC, 2019).
Una crisis más compleja y frecuente
El reporte más reciente del IPCC (2023) advierte sobre la probabilidad de que múltiples fenómenos climáticos extremos se intensifiquen y ocurran de forma simultánea en los próximos años si el calentamiento global continúa. Frente a este panorama, la capacidad de respuesta del sector humanitario se ve amenazada por emergencias cada vez más frecuentes, prolongadas e intensas.
Debemos replantear nuestra relación con la naturaleza
Para afrontar estos desafíos, es urgente repensar la forma en la que trabajamos desde el sector humanitario.
Las soluciones basadas en la naturaleza (SbN) —acciones que abordan retos sociales, económicos y ambientales a través del cuidado y uso sostenible de los ecosistemas— ofrecen una oportunidad concreta para fortalecer la prevención, respuesta y recuperación ante desastres (Sphere, 2023).