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El 22 de abril se celebra el Día Internacional de la Madre Tierra, instaurado por el senador estadounidense Gaylord Nelson en 1970 y reconocido por múltiples países alrededor del mundo como un día de apreciación y reflexión sobre nuestro querido planeta. Cada año, millones de personas se reúnen con motivo de esta celebración, ya sea con intenciones de agradecer a la Tierra, o para crear conciencia sobre los retos climáticos a los que rápidamente nos acercamos.

A lo largo de su historia, el hombre ha encontrado sustento en la Tierra. Cuando se necesitó migrar, los lagos se congelaron e hicieron posible el cruzar de un continente a otro. Cuando el hombre necesitó comer, la tierra fue fértil y lo abasteció de cosecha. Cuando se necesitaba agua, la lluvia llegaba para saciar a la humanidad. Incluso en momentos de enfermedad, la Tierra ofrecía remedios naturales para curarnos. El hombre siempre ha podido contar con el planeta para sobrevivir. Sin embargo, ha sido fácil caer en el error de aprovecharse de la bondad con la que este hogar nos ha abierto las manos.

Hoy nuestro planeta corre peligro, y nos pide a gritos que hagamos por él lo que él ha hecho por nosotros por miles de años. Es de suma importancia que prestemos atención a lo que la Tierra trata de comunicarnos, y que estemos dispuestos a cambiar nuestros hábitos por otros que sean más sustentables y amigables con el ambiente. En este dar y recibir, y en el marco del Día de la Tierra, los invitamos a todos a incorporar a sus vidas diarias actitudes ambientales que contribuyan a hacer una diferencia. El cambio es posible y vive dentro de cada uno de nosotros. ¡Porque todos los días deben de ser el Día de la Tierra!

Por Miriam Salame Chacra