CADENA Guatemala asistió al Comedor Nuestra Señora de Guadalupe donde todos los días llegan aproximadamente entre 150 y 200 personas que viven en la calle y en este comedor les dan almuerzo, un lugar donde bañarse y resguardarse del frío durante el día.
Con los voluntarios de CADENA CJG les llevamos desayuno, frazadas y kit de higiene a cada persona que llega al comedor y compartimos un momento con ellos.
Esta misión estuvo dirigida a mujeres venezolanas de bajos recursos y en situación vulnerable que buscan contar con planificación sexual. La jornada se llevó a cabo en un consultorio médico y contó con la presencia de enfermeras especializadas en la inserción del método, trabajadores sociales, psicólogos y todo un equipo de apoyo. A las mujeres que iban llegando se les informaba sobre el procedimiento que se les iba a realizar. Una vez tenían conocimiento debían de firmar un consentimiento y luego se les hacía una prueba de embarazo para estar seguros que no estaban en estado de gestación. Cadena Colombiadonó 30 métodos anticonceptivos y ayudó a la convocatoria de todas estas mujeres.
El Centro Abrazar recibe diariamente y de manera gratuita a menores de edad en condición de mendicidad. A los mismos se les ofrece servicios como alimentación, actividades lúdicas, lectura, arte, apoyo psicosocial y jurídico para las familias.
El centro cuenta con un equipo de 20 personas conformado por psicólogos, abogados, especialistas en primera infancia, auxiliar de enfermería, talleristas y educadores. Presta atención durante 12 horas continuas los 7 días de la semana
El 24 de Septiembre de 2019, Cadena Colombia compartió con estas familias entregándoles ropa para mujer, hombre y niño, además de juguetes, accesorios, artículos de aseo personal y apoyo emocional, haciéndolos sentir acompañados en la situación tan dura en la que viven.
El Chaco Argentino es una de las provincias más pobres del país y se encuentra constantemente golpeada por desastres naturales, razón por la cual decidimos abrir una sede de CADENAen dicho lugar.
El objetivo principal es acompañar con acciones mano a mano a los damnificados por las inundaciones y sequías que acontecen año a año, especialmente en la zona del impenetrable chaqueño, en donde vive un gran número de comunidades indígenas.
Estas poblaciones son olvidadas por la civilización, se encuentran en la pobreza más extrema, no cuentan con servicios básicos, ni asistencia médica y la mayoría de sus pobladores, en especial los niños, padecen desnutrición por la falta de acceso a alimentación. Entendiendo la necesidad urgente de la zona, como CADENA Argentina, nos adentramos en ella para entregar de filtros de agua y lámparas solares, además de consultas médicas y acompañamiento psicológico.
Las comunidades seminomádicas de Turkana (Kenia) están en jaque: sus ganados han muerto, sus plantíos también. No hay agua ni comida. El fenómeno meteorológico El Niño Turkana y el calentamiento global los han orillado al borde de la existencia.
Por eso CADENA realizó una misión para ayudar. El 27 de mayo, el grupo de 26 voluntarios –de Sudáfrica, Estados Unidos y México—partió de Nairobi a Lodward en avión, donde pasaron una noche para tomar otra avioneta y llegar a Turkana; una vez ahí, tomaron Jeeps para atravesar, durante cinco horas, un interminable desierto.
26 voluntarios –de Sudáfrica, Estados Unidos y México— frente al Jeep en el campamento de ayuda.
La misión se coordinó desde marzo 2019. Abril Páez, Directora de Emergencias, llegó a
Nairobi cinco antes de que llegaran los voluntarios, para conseguir medicinas,
comida y pruebas de malaria junto con la directora de Misiones Internacionales,
Erika Glanz.
“Durante los vuelos, los paisajes eran increíblemente áridos”
dice Sofía Tuachi, voluntaria mexicana de 20 años que trabaja en la Comunidad Sefaradí,
“era un color café homogéneo, no se veía ni una sola señal de agua.”
Manos a la obra
Después de más de 25 horas de viaje, el convoy por fin llegó a su base de operaciones, un pequeño campamento—sin agua, ni luz, ni baños—en la mitad del desierto. Inmediatamente después de llegar, los voluntarios se dividieron en grupos para atender a los niños, organizar la ayuda y separar las medicinas.
“De pronto se escuchó un ruido muy fuerte,” comenta
Tuachi, “nos acercamos y vimos que miles de señoras estaban cantando y bailando,
era una bienvenida. Me senté con una señora mayor que se llamaba María, que me
tomó de las manos y entré en un tipo de trance. No sentía nada, solo calor. Y
de repente abrí los ojos y una niña estaba llorando en frente de mi. Le sonreí.
Se sentó en mis piernas y me abrazó: fue un momento de claridad.”
Mientras esto sucedía, la doctora de la misión Sofía
Canales Albarrán ya había organizado un pequeño consultorio en una construcción
de dos cuartos junto con Derrick, un doctor local y Joseph, quien le ayudó a coordinar
las visitas.
“El reto principal fue conseguir un traductor. Yo había estudiado algunas frases en suajili, pero ahí hablaban un dialecto que se llama Nturkana. Un niño, Columbus, me ayudó en esto. Fue mi mano derecha durante toda la misión.”
Dra. Sofía Canales Albarrán
Derrick, Columbus, la Dra. Canales, y Joseph frente al consultorio temporal.
Labor incansable
Aquel primer día, Canales trabajó ocho horas sin descansar, mientras que afuera del consultorio más de ochenta personas se formaban para recibir consulta médica por primera vez en su vida.
Canales, que ha realizado siete misiones humanitarias—cinco
cortas en México, una estancia de seis meses en Vietnam y una, de un mes, en la
India—dice que nunca ha visto nada igual: “No importa cuánto te lo platiquen. Nada
te prepara para ese shock.”
Durante los 4
intensos días de la misión—mientras los demás voluntarios entregaban comida,
jugaban con los niños, enseñaban el uso de toallas sanitarias y entregaban
lentes— Canales atendía de 60 a 70 pacientes por día.
Entre ellos: una
señora que no podía caminar por una severa infección estomacal; una joven a la
que una espina de siete centímetros le había atravesado el dedo del pie; y un
bebé que tenía neumonía y requería de terapia intensiva: “Era el bebé más
desnutrido que he visto en toda la misión” comentó Canales, “un niño de tres
años que no se podía parar porque sus piernas no le aguantaban el peso del cuerpo.”
Por su parte, Tuachi, que pasó el tiempo con los niños, pensaba
que la despedida iba a ser brutal: “Al final del periodo, en el camión de
regreso, pensé que iba a ser un manojo de llanto. Pero al final salí con una sonrisa
y el corazón lleno. No importó el hecho de no tener baños, o estar a la
intemperie. El fin siempre fue entregarse por completo. Y eso me dejó mucho más.”
Resultados de la misión
En total, en la misión se donaron gafas de sol (para cataratas), cepillos de dientes, toallas sanitarias ecológicas, ropa de bebé, zapatos, suministros escolares y 21 toneladas de comida a 9.119 personas—entre ellos 1.718, mayores de edad y 2.219 niños. Además, se atendieron a 262 personas.
Esta no es la primera vez que realizamos este tipo de misiones; desde hace cinco años visitamos Kenia con el afán de ayudar, y el próximo año regresaremos para brindar ayuda a los que más la necesitan.
El compromiso humanitario trasciende fronteras. Como organización internacional, movemos mar y tierra para llegar a dar un poco de esperanza a los que viven en los lugares más recónditos del mundo.”
https://cadena.ngo/wp-content/uploads/2019/06/turkana-featured.jpg6751200Abigailhttps://static.cadena.ngo/images/logo-cadena.pngAbigail2019-06-24 11:34:492019-10-20 15:42:12Humanos al borde de la existencia: Crónica de la misión a Turkana
Llegar a Mozambique tras el paso del Ciclón Idai fue un encuentro con la realidad. Una vez más, se juntaron la pobreza, la vulnerabilidad y los fenómenos naturales; de nueva cuenta, estuvimos de pie ante este cuadro que no tiene piedad.
Al llegar a la ciudad de Beira, nos unimos al cluster de Naciones Unidas; ahí nos dimos cuenta que más allá de lo complejo que es entender el flujo de información, los actores humanitarios que toman el liderazgo entre todas las agencias y las ONG´s como nosotros, representan un verdadero triunfo de la humanidad, pues con una mirada profunda, sin importar la raza, las creencias, culturas, nacionalidades, múltiples idiomas o el color del uniforme, todos los presentes trabajaron por un único objetivo: traer esperanza y ayudar a la gente de Mozambique.
No tengo duda, el mundo debería de ser como un cluster.
Después de recibir el informe del cluster, salimos hacia un distrito llamado Nhamatanda. En el camino paramos en cada campamento que albergaba a cientos de familias en tiendas de camapaña. Todos los que estaban ahí, lo perdieron todo, su casa, sus pertenencias…
Instalamos a nuestro paso decenas de filtros, pero cada instalación fue un reto. La gente sentía desesperación al ser difícil entendernos, el portugués y el español parecen idiomas similares, pero en realidad no lo son. Ante estas dificultades, pasamos al idioma corporal, al carisma de Yair, a la autoridad de Salo y la nobleza de Mendy. Nos resultó mejor.
En un sólo día logramos instalar agua potable para más de 4 mil personas.
También repartimos lámparas solares, una por cada carpa. Fueron muy bien recibidas, la zona continúa sin luz y cuando cae la noche, se quedan iluminados sólo a la luz de un pequeño fuego que prenden afuera de las carpas.
Con las lámparas, empezamos explicando qué son, cómo cuidarlas y cómo funciona una fotocelda. En muchos países damos por sentado que el agua potable y la luz son un derecho, pero en Mozambique no es así.
Paso el tiempo, repartiendo lámparas y filtros se nos hizo de noche en el último campamento, terminamos el trabajo en oscuridad completa, pero pudimos ser testigos de la utilidad de las lámpara solares.
En definitiva, lo mejor de aquel día fue ver como nuestra gente de Cadena puede sacar miles de carcajadas a cientos de niños a la vez: juegos, chistosadas sin parar y de pronto, todo el campamento estaba pasando un momento increíble que nadie olvidará, porque a pesar de la adversidad bailaron, cantaron y rieron sin detenerse.
Se puede ver que nadie está atiendiendo la parte emocional de esa manera, en CADENA pensamos que gran parte de la resiliencia se consigue con la fortaleza interna y que esa fuerza llega más fácil con buen humor, con mejor actitud, jugando, olvidando por un momento la situación lastimosa que recién vivieron.
Las sonrisas que provocamos en los campamentos se escucharon desde lejos y podemos ver como se le contagia a los adultos también. Eso nos llena.
Cada día en Mozambique logramos terminar muy satisfechos con nuestro trabajo. Cada día logramos reafirmar que vivir para ayudar, es la única forma de vivir.
Por: Uri Kirshbom, equipo de Comunicaciones CADENA Chile.
A principios de febrero, lluvias intensas causaron el desborde de rios en comunas de la región de Arica y Parinacota, en Chile. El desastre dejó 6 muertos, 45 damnificados, 282 albergados, 173 viviendas destruidas, 127 viviendas con daños mayores y 1546 con daños menores.
Las regiones del Norte fueron afectadas por la tierra seca del terreno, sobre la cual aparecieron grietas de distintos tamaños. Las altas temperaturas de verano y la irrupción de la lluvia contribuyó al desastre, trayedo consigo el desborde de los ríos Ancha y San José.
CADENA Chile realizó una misión de avanzada para evaluar necesidades e instalar filtros de agua y una segunda donde se instalaron más filtros y bidones de agua, además de realizarse intervenciones psicológicas. Gracias a esto, 94 familias —en las localidades de Caleta Vítor, Valle de Costa y Camarones—puedan beber ahora agua salubre.
https://cadena.ngo/wp-content/uploads/2019/06/convocatoria-arica-parinacota-featured.jpg6751200jsblsadminhttps://static.cadena.ngo/images/logo-cadena.pngjsblsadmin2019-03-04 16:26:162019-08-12 12:34:29Alerta roja para la región de Arica y Parinacota por el desborde de dos ríos
Después tres horas de vuelo de la ciudad de México a Chihuahua (y más de seis por un camino serpenteante y vertiginoso por los bordes de las montañas) el grupo de 10 voluntarios de CADENA llegó al municipio de Batopilas, en la Sierra Tarahumara. Éste, el segundo municipio más pobre del país, sufre cada año heladas de invierno con consecuencias catastróficas. Las cosechas se pierden. Abundan las enfermedades.
Y, cada año, CADENA está ahi: entregando, junto con el Banco de Alimentos de Chihuahua (nuestro aliado local), ayuda para que los tarahumaras puedan sobrevivir. Nuestro grupo se quedó en un hotel en Batopilas, en lo más profundo de la sierra, rodeado de las majestuosas montañas y dedicó los siguientes tres días a entregar ayuda para 1,623 familias. Cada familia recibió:
3 kilos de maíz
1 kilo de frijol
1 despensa
1 cobija
1 una toalla
1 almohada
…Además de ropa de bebé y adultos. También entregamos 7 bolsas de juguetes a los niños que estaban ahí, 60 kits de bebé y 650 piezas de ropa de cama.
“Acudimos a 2 comunidades, Yoquivo y Munerachi, donde se reunieron personas de los pueblos de El Cuervo, Aboriachi, Recomachi y Sorichique,” cuenta Santiago Treviño, Coordinador Estratégico de CADENA, “entre ellos había gente de la tercera edad y madres de 13 y 14 años que caminaron hasta 3 horas para recibir la ayuda.” Se tenía planeado visitar Polanco, otra comunidad afectada por las heladas, pero las nevadades y las lluvias de los días anteriores hicieron el acceso imposible.
“He venido cuatro veces a esta misión y no me canso de hacerlo. El escenario es bellísimo y el encuentro con las personas que viven ahí es muy especial.”
Perla Corona, encargada del área de Comunicación de CADENA
Música clásica en la Sierra
Nuestra visita coincidió con la del pianista Romeyno Gutiérrez. Guttiérrez, de origen Rarámuri, es considerado el primer pianista indígena de América. Estaba ahí para hacer un concierto en el día de la Virgen de Guadalupe. El concierto, que coincidió con el último día de la misión, se realizó en la iglesia de Batopilas. Además de tocar Chopin, Mozart y Bach, Gutiérrez, con vestimenta indígena, tocó adaptaciones de música Rarámuri a piano.
En CADENA, estamos agradecidos de poder formar parte de este gran y diverso país; de tener el privilegio de ayudar y de poder maravillarnos por la gran belleza cultural y natural de México.
Un grupo de mujeres tarahumaras con vestimenta típica de la región
Entregamos, además, juguetes a los niños de la región.
La comunidad de Yoquivo junto con el equipo de voluntarios de CADENA.
La camioneta transportó a los voluntarios de CADENA a través de peligrosos caminos.
El jefe de misión y su equipo organizan a todos para arrancar.
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